Advertencias y recomendaciones

Cuánto cuentista es un proyecto personal sin ningún ánimo de lucro (la publicidad que aparece en esta bitácora viene impuesta por WordPress a cambio de la cesión del alojamiento del blog). En mi país, el prestigio del género del cuento está en vías (muertas) de recuperación. Por eso este proyecto está concebido como un homenaje al género del cuento y a los cuentistas.

No se trata de convertir en antología Cuánto cuentista, sino de mostrar lo que puede ofrecer el género del cuento al lector con el único objetivo de ganar prosélitos para las filas del cuento, como se verá tras leer esta página.

Los cuentos que aquí se recogen han de cumplir una serie de condiciones:

  1. Un único cuento por autor.
  2. El autor debe haber fallecido.
  3. Los cuentos han de ser catalogados, como mínimo, de memorables.
  4. Han de ser obra de cuentistas reconocidos, o de célebres escritores que incursionaron en el género.
  5. Su extensión debe permitir leerlo en el tiempo máximo de una hora (lapso establecido por Edgar Allan Poe para la lectura de una ‘composición’).
  6. Las obras aquí recogidas se encuentran en Internet.

Si como familiar del autor, o como traductor o editor, encuentras que se perjudican tus derechos sobre la propiedad intelectual del cuento, mándame un email acreditándote y solicitando la retirada del cuento (lo mismo si eres el autor de alguna de las imágenes de la cabecera). Me dolerá mucho dejar al cuentista sin representación en este homenaje, pero el cuento será retirado.

Te pido, antes de solicitar la retirada del cuento, que valores si la muestra aquí presentada sirve, primero, para el reconocimiento del autor y, segundo, para promocionar su obra, con las consiguientes ventas que puedan derivarse, de las que te beneficiarás como propietario de los derechos de autor.

Yo también soy cuentista (y articulista): creo obras y genero contenidos; y sí me gustaría que reconocieran mi trabajo con un cuento de muestra en una recopilación como ésta.



A los lectores
No seáis cicateros y gastad un puñado de monedas en comprar cuentarios (libros de cuentos) de un autor o de una temática que os haya gustado.

La cadena del libro, que comienza con la creación del autor, es viable porque genera un dinero que cubre los gastos y sufraga el trabajo de todos los implicados en dicha cadena: autor, editor, distribuidor y librería, cadena esquemática donde englobo a los traductores, correctores de estilo, ilustradores, portadistas, maquetadores, impresores… El último eslabón y destinatario de la cadena del libro eres tú, lector, y es justo que pagues unos céntimos por el trabajo de los profesionales que amenizan tu tiempo de ocio y te brindan el acceso a la cultura. Porque quieres un trabajo profesional, ¿verdad? Piensa que un libro cuesta lo que unas entradas al cine, pero su lectura te mantendrá entretenido más de hora y media y te lo quedas en propiedad (para volver a leerlo, si te place).

Si no compramos libros me temo que la calidad de las obras futuras decaiga hasta el nivel de aficionado: El que cree que cuesta caro un profesional, no sabe lo caro que cuesta un incompetente.

  • La calidad literaria descenderá: ay, qué rabia cuando lees un cuento de bajo perfil.
  • La calidad de la traducción bajará: ah, qué enojo cuando ves fallas de traducción que te sacan de la inmersión en la ficción.
  • La calidad de la edición mermará: uf, qué cabreo con esos libros que se despegan y se desvencijan en tus manos.
  • La calidad de la distribución se volverá insufrible: vaya zozobra cuando esperas algo que no sabes cuándo llegará… ni si llegará, ¿eh?

¿Cómo encontrar un libro de cuentos que te guste?
Qué haces leyéndome en Internet… Estás en la sociedad del clic. Seguro que sabes buscar por nombre del autor para conocer su obra. Una vez localices algunos de sus libros, busca por títulos, que seguro que existen reseñas de otros lectores. O ve a la librería de tu barrio y habla con el librero, un profesional que te asesorará gratuitamente con gran placer.

¿Dónde comprar los cuentarios?
Pues obviamente en una librería. Vuelve a la librería de tu barrio y pídelo. Si no lo tienen, harán lo imposible por conseguírtelo. Y de paso ayudas a que la librería siga abierta para cuando la vuelvas a necesitar. A veces los pedidos se retrasan. Sé paciente. El tiempo de demora revitalizará tu ansia de lectura.

También te puedes ir al centro de la ciudad a una cadena de librerías: puede que lo tengan en el almacén. Pero no esperes que se paren a hablar contigo de literatura, ni que cuando vuelvas te reconozcan y recuerden tus gustos: pasan muchos clientes por allí.

Si no te lo pueden conseguir en la ciudad, intenta contactar con la editorial a través de Internet. Puede que te cobren gastos de envío, pero no será un coste inasumible. Eso sí, cruza los dedos para que el paquete no te llegue deteriorado… No suele ocurrir, pero cuando pasa te encuentras con que nadie es responsable. Cuando lo pide la librería de tu barrio y les llega deteriorado, tienen cauces regulados para la devolución, cuyos costes los asume la cadena del libro.

Si aún así el libro no apareciera (es posible que esté descatalogado, o que la editorial no sea de tu país), prueba con las redes de librerías de viejo que hay asociadas en Internet. Te pueden servir un libro en cualquier orilla del océano, tras cualquier cordillera en la que vivas. Los servicios de Correos y de paquetería funcionan bien (aunque a veces se dan confusiones y debes asumir los costes de devolución, u ocurren accidentes de los que nadie se responsabiliza…).

¿Que qué hacer con los libros que ya has leído y que te ocupan un considerable espacio en unas casas que cada vez las hacen más pequeñas? Te daré varias opciones…

La primera, obviamente, es conservarlo. Seguro que hay ejemplares de los que no te quieres desprender porque querrás volver a leerlos de vez en cuando. Los cuentos tienen una relectura mucho más amable que las novelas.

La segunda es venderlo. No te van a pagar ni la mitad de lo que pagaste por el libro, pero recuperarás algo de dinero (no es que te estén engañando, es que esa otra cadena que cuelga de la principal, y que son las librerías de viejo, también tienen que obtener algún beneficio por su dedicación). Cuídalo mientras lo lees, así tendrá mayor valor cuando te deshagas de él.

Una tercera alternativa es regalar el libro. De esta forma puedes: a) recuperar una amistad que has perdido o de la que te estás distanciando por los avatares de la vida; b) mantener una amistad (un libro siempre es un regalo bienvenido); c) ganar una nueva amistad… incluso hay quien ha triunfado regalando un libro para abrir el camino a un romance (un ligue, un rollo…). Regalando un libro de cuentos te aseguro que se fijarán en ti.

O puedes regalarlo con fines sociales… No obtendrás nada a cambio, pero a la larga te sentirás orgulloso de ti mismo.

También puedes ofrecerlo a una biblioteca como cuarta opción… Es menos romántico, aunque seguro que alguien te lo agradecerá. Pero pregunta antes, porque las bibliotecas están sometidas a continuos expurgos, y tu oferta puede llegar en un momento inoportuno. Igual te dicen que no lo quieren. Si lees el artículo enlazado en este párrafo no te sorprenderás ante la negativa. Piensa también en las bibliotecas de universidades e institutos, y en las de asociaciones culturales.

En quinto lugar puedes liberar el libro. Es bastante divertido cuando tienes varios en danza, sobre todo si quienes se topen con él comparten en Internet la derrota del ejemplar.

Una sexta posibilidad, no muy extendida, es intercambiarlo. Cuando yo era niño cambiábamos tebeos equiparando los precios de venta al público para valorarlos. Ignoro si existen webs de intercambio de libros de cuentos, pero podrías proponerlo en la biblioteca pública de tu barrio o pueblo, o en el insti, o en la uni. Aún existen kioscos donde se cogen y se dejan novelas del oeste abonando un pequeño estipendio por el servicio. Es una idea a tener en cuenta.

¿Y dónde leer cuentos?

Esta pregunta tiene dos respuestas posibles, según si preguntas dónde puedes acomodarte para leerlos o si quieres saber dónde puedes encontrar cuentos para leer.

Voy a responder primero a la segunda… Desde luego puedes encontrar cuentos en los libros, bien comprándolos en las librerías, que para eso están (ya te he explicado cómo así contribuyes a que se sigan escribiendo cuentos de calidad), o bien retirándolos de las bibliotecas públicas (la del barrio, la central de tu ciudad, la provincial) o educativas (instituto, universidad).

Pero también puedes leer cuentos en Internet. Eso sí, no leerás la actualidad del cuento, la evolución que los creadores están imprimiendo a los cuentos. Igual puedes encontrar en una web literaria alguno reciente porque el autor ha decidido compartirlo. En plan promoción de su obra. Ya me entiendes… Yo una vez pasaba por un mercadillo, un tendero abrió un chorizo picante y me dio a probarlo. Acabé comprándole dos porque me gustó.

A veces un autor poco conocido o inédito ofrece un libro de cuentos suyo. Que sea poco conocido no significa que no sea bueno. Mañana puede ser descubierta su calidad y ese autor podría obtener el reconocimiento de los lectores. Ese libro pueden ofrecértelo en diferentes formatos, los más usuales son PDF y EPUB. Ya sabrás cómo leer archivos PDF. Aquí te dejo un enlace donde se explica cómo leer archivos EPUB.

Pero cuentos, lo que son cuentos sueltos, se suelen ofrecer siempre en formato HTML, o sea, que los podrás leer con tu navegador favorito.

Y dónde buscar cuentos en Internet… Bueno, pues ya estás en esta bitácora donde hay cuentos para leer. Y en la barra de la derecha (abajo si me lees desde un ordenador de mano) tienes una serie de webs recomendadas donde se te ofrecen cuentos. Ah, y también un canal de Telegram (no dejes de leer el artículo Cómo iniciarse en la lectura de cuentos).

Ahora voy a responderte a la primera pregunta. ¿Dónde te puedes acomodar a leerlos? O por más detallar, ¿en qué momentos del día te puedes poner a leer un par de cuentos? Porque tiempo, lo que se dice tiempo, todos declaramos no tener tiempo para leer, aunque lo perdemos en otras cosas que aportan menos.

Bueno, pues puedes buscarte un par de horas para darte un homenaje de lectura (con el tiempo descubrirás que cada cuento que lees requiere unos minutos de reposo, es decir, que no leerás un cuento detrás de otro como lees los capítulos de una novela), una sentada que te hará bien al intelecto, a la psique y al estado del ánimo, aunque sea un cuento triste, porque por mucho que empatices con los personajes sabes que tú no eres ellos.

Armado con tu ordenador de mano (vulgo móvil o celular) puedes leer en casi cualquier momento, salvo si caminas por la calle: ¡ESTATE ATENTO AL TRÁFICO! (yo he estado cerca de ser arrollado por un autobús que venía demasiado rápido para la vía urbana por la que circulaba, limitada a 30km/h… hubiera sido una muerte muy absurda, ¿verdad?). Voy a mostrarte algunas situaciones.

Mientras esperas el metro (el subte, dicen en otros países) o mientras esperas el autobús urbano (el colectivo, o la guagua dicen también). Por supuesto tu seguridad es lo primero y sé que las ciudades no siempre son reductos de seguridad. Pero puedes utilizar unos auriculares y una aplicación de voz que te leerá el cuento en vez de escuchar música. Así permanecerás atento a tu entorno, tanto si esperas al transporte público como si viajas en él.

También transcurren los minutos mientras esperas a un amigo a una novia que se retrasa, en el bar o en la cafetería, o en el parque. Nuevamente, permanece atento a tu entorno. Ten presente que en las esperas se nos van muchos minutos. Es como si esa gente que nos hace esperar fueran dueños de nuestro tiempo. Al menos úsalo para leer: en las consultas médicas, de dentistas, de ópticos… en las colas que todavía existen para hacerte con entradas para el cine o el teatro, para el estadio, para el concierto… mientras esperas que te atiendan en el taller del concesionario, mientras la máquina lava el coche…

Si haces un viaje largo, pues tú mismo. El tren o el avión son lugares ideales para la lectura de cuentos. En autobús yo no viajo, y además no puedo leer en él. Pero tú igual sí. Por supuesto podrás leer durante las paradas que haga la línea.

A veces estás sentado y sin posibilidad de levantarte… tú me entiendes… Ahí también puede ser un buen lugar para leer cuentos.

Por supuesto si das un paseo irás con tu ordenador de mano, pues también es teléfono, y en él llevas el navegador y el lector de EPUB. Cuando te sientes a descansar podrás disfrutar de la lectura de uno o dos cuentos. Y luego reemprender el paseo recapacitando sobre las lecturas.

Te aconsejo antes de leer un cuento que mires su extensión, porque los cuentos deberían ser leídos de una sentada para mantener su unidad de efecto. Hay webs que te dan una estimación del tiempo de lectura, como esta bitácora (ese dato sólo lo ofrece en el PC, lo siento). Otras veces te dan la extensión en palabras… Depende de tu velocidad de lectura, pero calcula grosso modo cuatro minutos por cada mil palabras. Si no se te ofrece ninguna de estas posibilidades, hojea en el libro u ojea en la web la extensión del cuento para valorar si tendrás tiempo de leerlo sin interrupciones. Si ves que es un cuento larguito, igual prefieres entrarle a otro cuento más corto y dejar ese para cuando calcules que dispondrás de un tiempo más dilatado para su lectura de una sola tacada.

¿Qué hacer con los cuentos que lees?

Sigue leyendo cuentos. Irás adquiriendo un bagaje valioso hasta ser un experto. Quién sabe, quizá algún día te decidas a escribir algunos. Y puede que lo hagas muy bien.

O puede que prefieras ser un crítico de cuentos. Ambas cosas a la vez es complicado: serías un crítico benévolo al ser consciente de lo que cuesta escribir un cuentario donde todos los cuentos sean de calidad par.

Vete atesorando los cuentos que más te han gustado, bien por lo que cuentan o bien por cómo lo cuentan. Crea tu propio canon.

Investigar sobre las técnicas literarias y sobre el arte de contar cuentos contribuirá a que los entiendas. En Internet hay un sinfín de consejos recopilados de grandes cuentistas. El más célebre (por generalista) es el Decálogo del perfecto cuentista, del maestro cuentista Horacio Quiroga. Es un texto muy condensado, idea que luego otros autores han ido imitando. Ahí te dejo un cabo por el que ir sacando el ovillo.

Estáá bieen… te dejaré otra lectura: Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, del maestro cuentista Juan Bosch.

Pero te anticipo que leer cuentos es una actividad solitaria. Primero porque no hay muchos lectores de cuentos declarados (uy, algunos los llaman «relatos» creyéndose más adultos o/y más intelectuales que los que leemos «cuentos»).

Y segundo porque tras la lectura de un cuento cada uno entendemos mensajes diferentes (y nadie cede porque en realidad todos estamos acertados). Algunos encuentran interesante comentar la historia, a otros nos gusta discutir sobre cómo está escrito el cuento (discutir no es reñir).

Aun así, existen clubes de lectura donde se comentan los textos seleccionados en una puesta en común. Busca en tu ciudad, en tu pueblo o en tu barrio. Normalmente son clubes de lectura de novelas, con lo que las van comentando por capítulos (muchos creen que los cuentos son literatura menor… ¡puf!, déjalos en su ignorancia; más vale callar que a necios tratar de enseñar).

Pero puedes intentar proponerles la lectura de algunos cuentos. Igual los catequizas.

También encontrarás foros en Internet donde se comentan todo tipo de lecturas. Puede que tengan subforos donde se traten exclusivamente cuentos. Suelen estar tutelados por gentes que dicen que leen «relatos» porque quieren evitar que los demás piensen que leen cuentos infantiles; ya te he dicho que se sienten más adultos llamándolos relatos… Pero menos da una piedra.

En el subforo de cuentos de cierto club de lectura en línea son tremendamente egotistas… Has de ir con paciencia porque sólo comentan la literatura desde lo que sienten; no son capaces de razonar lo que leen. Lo mismo cogen un cuento de Cortázar y sueltan algo así: «Me ha gustado mucho. Está bien escrito». ¡Atiza!, aprueban un texto de Cortázar y se quedan tan anchos. O bien comentan una anécdota personal que les ha recordado un pasaje del cuento y los demás aplauden. Es lo que hay… vas a encontrarte mucha gente sola y aburrida por esos clubes de lectura de dios (y algún resentido con el mundo). Yo sólo te aviso, pero tú debes probar para obtener tu propia experiencia.

Otra opción es preguntar en la biblioteca o en la librería que tengas más próxima si hay lectores de cuentos interesados en comentar lecturas, intercambiar descubrimientos, confrontar autores y estilos, opinar sobre técnicas narrativas… (notarás que los clubes de lectura de cuentos son más versátiles que los de novelas, donde sólo comentan la historia que se cuenta y no cómo se cuenta). E insistir en algunos establecimientos más (la biblio del insti, de la uni…). Si nadie da el paso, ¿cómo vamos a dar con otros solitarios lectores de cuentos?

Por último puedes crear tú mismo un club de lectura de cuentos. Anúncialo en el insti, en la uni, en la biblio o en las librerías que suelas visitar. Pide permiso para colocar un cartel. No te pases de vistoso, vale más que sea funcional: una tipografía clara y un mensaje escueto con el propósito y la forma de contactar contigo. Si no quieres dar ningún dato personal, que los interesados se lo digan a la librera, al bibliotecario o al profesor de literatura, que a lo mejor se animan a participar ellos también.

Si aún así no encuentras a nadie, no desesperes: es más fácil que encuentres interesados en ir al bar a beber unas garimbas que en leer… pero observa bien porque ambas actividades no son incompatibles.

Leer es más bien una afición solitaria. Aunque leer a pachas y en alta voz con tu pareja tiene su encanto, y cuanto más íntimo mejor. Te garantizo que la lectura en voz alta es otra de las maravillas perdidas de la antigüedad…

Se llaman CUENTOS, no relatos; no existe ningún género literario llamado «relato». Existen CUENTISTAS, no hay relatistas.